martes, 27 de marzo de 2012

Ir o no ir a la huelga general

Últimamente, se ha puesto de moda descalificar a los sindicatos y a sus tradicionales instrumentos de lucha. La celebración de la huelga general, convocada en España para el 29 de marzo de 2012, ha desatado furibundas críticas contra estos agentes sociales, supuestamente encargados de defender a los trabajadores. Percibidos como inútiles y costosos, los sindicatos han hecho olvidar a la ciudadanía que fueron pieza clave en la construcción de la democracia en Europa, y que aún hoy siguen siendo indispensables para la consolidación de una sociedad justa y equilibrada.
En España, los sindicatos mayoritarios, CC OO y UGT, son percibidos por la mayoría de los ciudadanos como parásitos del sistema que drenan recursos públicos sin aportar nada a cambio. Debido sobre todo a su posición acomodaticia y a su modelo de financiación, las centrales han perdido gran parte de su crédito. Desde la firma de los Pactos de la Moncloa en 1977, tanto CC OO como UGT abandonaron toda aspiración de transformación social. Su acuerdo con la patronal y los partidos políticos introdujo de lleno a los sindicatos dentro del entramado sistémico. Se hicieron conservadores, guardianes de un orden que les beneficiaba. Si bien su objetivo seguía siendo la mejora gradual de las condiciones laborales de los asalariados, su mentalidad se acomodó a las condiciones favorables que el nuevo sistema ofrecía a sus organizaciones, especialmente a sus cúpulas directivas. La Constitución del 78 consagró el papel de los sindicatos y las posteriores leyes desarrollaron su modelo de financiación. El Estado subvenciona con millones de euros públicos a los sindicatos en función de la representación obtenida en las elecciones sindicales. Es un sistema similar al de los partidos políticos. Los fondos públicos suponen una ayuda vital para los sindicatos, que no podrían autofinanciarse debido a la baja afiliación de los trabajadores.

Sin embargo, los errores cometidos por CC OO y UGT a lo largo de las últimas tres décadas, no son razón suficiente para poner en tela de juicio la existencia misma de los sindicatos. Hoy en día algunos se atreven a reclamar la desaparición de las centrales obreras. Sean mal informados o malintencionados, deben saber que los sindicatos jugaron un papel central en la conquista de una sociedad avanzada como la que Europa ha tenido hasta hace poco. Fueron las luchas obreras de finales del siglo XIX y principios del XX las principales responsables de medidas que definen en la actualidad al Viejo Continente, y que lo diferencian del resto del mundo. La humanización de las condiciones laborales, la asunción por parte del Estado de la protección social, tanto generalizada (sistemas públicos de salud y educación), como específica para los más vulnerables (parados, ancianos, enfermos, etc.) o el sufragio universal, son los logros más importantes de los hoy denostados sindicatos. La táctica más utilizada fue la huelga. La paralización de la producción suponía pérdidas importantes para el empresario. Si la huelga era sostenida en el tiempo, para lo cual los sindicatos necesitaban una red de apoyos que mantuviera a los obreros y a sus familias durante el conflicto, el empresario solía dar su brazo a torcer y aceptaba las condiciones exigidas por los huelguistas, o, en su defecto, la negociación. La huelga general, por su parte, era un instrumento eficaz para presionar al gobierno. Dado que es éste y no los empresarios, al menos formalmente, el que atesora el poder político, una huelga en una sola empresa o sector no era suficiente para que un nuevo derecho fuera reconocido. Las oleadas de huelgas que aquejaron Europa en la confluencia de los siglos XIX y XX, junto con el ascenso de los partidos socialdemócratas, obligaron a las clases dirigentes a implementar leyes más justas, con el fin de acallar los cada vez más generalizados anhelos de revolución social entre los obreros. Así, si bien fue el conservador Otto von Bismarck el responsable directo del primer sistema de seguridad social, la razón que le llevo a aplicar tal medida fue el miedo a las cada vez más frecuentes explosiones sociales en la Europa industrializada.

No obstante, la importancia de los sindicatos no se ha agotado. Fueron clave en la conquista de una sociedad mejor en el pasado, y lo siguen siendo en la actualidad. Si queremos avanzar hacia un modelo más justo e igualitario y, por tanto, hacia una sociedad más estable, el asociacionismo obrero debe seguir gozando de una posición central. Y es que la negociación entre empresario y trabajador no puede ser individualizada, tal y como preconiza la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Rajoy. Ello se debe a que empresario y trabajador no se encuentran en una posición de igualdad a la hora de negociar las condiciones laborales. El empresario sale al mercado laboral en busca de mano de obra barata, de tal modo que el coste de producción en su empresa sea lo más bajo posible. Para ello, puede elegir entre todos los trabajadores que estén dispuestos a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Si los trabajadores van cada uno por su cuenta, se originará una competición entre todos ellos por ofrecer las mejores condiciones al empresario, es decir, competirán por salarios a la baja. El candidato que esté dispuesto a ofrecer más trabajo a cambio de menos remuneración, será el ideal para el empresario. Por el contrario, si los trabajadores se unen y acuerdan unas condiciones mínimas, el empresario tendrá que conformarse con la contratación de asalariados por esos mínimos establecidos. Por tanto, la eliminación de los sindicatos y su función principal, la negociación colectiva, no lleva sino a la institucionalización de la guerra de todos contra todos. La lógica del capital aplasta así todas las conquistas laborales de los últimos siglos, obligando a aquellos que tienen que vivir de su trabajo a luchar entre ellos para venderse por el menor precio posible. En definitiva, como dijo Íñigo Errejón hace unas semanas en La Tuerka, la equiparación de dos figuras –empresario y trabajador- que son esencialmente desiguales, tiene como consecuencia la perpetuación de la desigualdad.

Por todo ello, participar en la huelga general del día 29 se torna en una cuestión de dignidad. Acudir a trabajar esa fecha como si de cualquier otra jornada se tratara supone el acatamiento de una reforma que acaba con la posibilidad de mejora laboral de los asalariados. Supone, también, cerrar los ojos ante siglos de luchas sindicales que han contribuido a la construcción de una sociedad relativamente mejor como en la que hasta ahora vivíamos. De igual modo, ignorar la convocatoria de huelga da a entender al Gobierno español, al Gobierno alemán, a la patronal y al poder financiero que la sociedad española se ha rendido, que el 15-M fue una ilusión, y que los españoles estamos dispuestos a pagar con nuestro sacrificio una crisis creada por la especulación y la avaricia de unos pocos. En definitiva, secundar la huelga general supone mostrar a los que detentan el poder que no somos simples marionetas en su macabro juego y que estamos dispuestos a luchar para dar la vuelta a la tortilla.



domingo, 25 de marzo de 2012

Siete empresas controlan el 70% de los medios de comunicación mundiales

Fox News, Time Warner, Disney, Sony, Bertelsmann, Viacom y General Electric. Estos siete oligopolios mediáticos tienen el poder de modelar la realidad, la capacidad de influir en nuestras opiniones, nuestros gustos y nuestras emociones. Junto a las cuatro grandes agencias de información, estas empresas deciden lo que es noticia y lo que no, lo que los ciudadanos deben saber y lo que es preferible ocultarnos. Su principal motor es el beneficio económico, por lo que aquella información no rentable no será transmitida. De igual modo, aquellas noticias que puedan poner en peligro el statu quo imperante también serán escondidas o tergiversadas, con el fin de que la posición de los privilegiados no se tambalee. Así de negro es el panorama de la comunicación mundial. Una cadena vertical, un embudo cuyo cuello está controlado por unas pocas manos, todas con un interés concreto: la perpetuación de un sistema del que se benefician. Jerry Mander, Presidente del Foro Internacional de Globalización, y el Subcomandante Marcos, líder del movimiento zapatista, lo describen a la perfección en los siguientes vídeos:





@jaimegsb

sábado, 24 de marzo de 2012

Causes of the Occupy Wall Street movement

Social movements have dramatically increased during last year. In light of the Arab Spring, people all over the world have come out on to the streets in protest against several issues. The Occupy movement, born in front of Wall Street and expanded across all the continents, is the best known example of this wave of social protests. The main causes which explain this phenomenon are increasing inequality, the financial crisis, political delegitimization and the Arab Spring.

First of all, growing inequality between social classes is the structural cause of Occupy and other movements of the same sort. According to the OECD, inequality in the developed world has increased around 10% in the last three decades (OECD 2011). This means that the difference in income between the 10% richest and the 10% poorest has multiplied in the OECD countries. For this reason, the slogan used by Occupy movement is “We are the 99%”. Protesters try to show the paradox of the modern economy: although GDP has spectacularly grown since the 1980s (World Bank 2012), wealth has not been fairly distributed.

Furthermore, the financial crisis and the consequent economic depression have contributed to exacerbating social tensions. It is no coincidence that the first occupiers began their protests in front of the world financial center. The banking system is perceived as evil by the activists due in part to convincing films like Inside Job – the Oscar winner –, which state that Wall Street brokers and financial entities are the main culprits of the current economic situation. Moreover, while the state injects money into the financial sector in order to rescue it, ordinary citizens suffer the rise of unemployment and the erosion of purchasing power. The sum of these factors has caused outrage among some people and resulted in Occupy and other movements of protest, whose aims are supported by a significant part of the population (CBS News 2011).

In addition, controversial management of the economic crisis, together with corruption scandals involving public officials have led to general disaffection with politics and political delegitimization. Especially in Southern Europe, big corruption schemes have come to light in recent years. The Spanish Indignados movement, the predecessor of Occupy, has as one of its main goals denouncing illicit monetary profiting of politicians. Similarly, massive demonstrations have taken place in Russia, where people protested against electoral fraud. In any case, where political delegitimization is bigger, protest movements are stronger.

Finally, the example given by successful uprisings in countries like Egypt or Tunisia paved the way towards the emergence of social movements all over the world. Arab Spring was the match that ignited the underlying conflicts above mentioned. Protesters in the developed world camped on the streets of their cities, just like Egyptians had done before in Tahrir Square.

In conclusion, movements like Occupy Wall Street were caused by both economic and political reasons. Increasing inequality along with the financial crisis and political delegitimization provoked discontent among the population. In addition, Arab Spring gave an example of way of protesting to activists of rich countries. The combination of all these factors led to arising of this new sort of social movements in the developed world.




@jaimegsb

miércoles, 7 de marzo de 2012

Libertad de manipulación


En España parece que a todo cambio de Gobierno le debe seguir un cambio en las cúpulas de los medios de comunicación públicos. Una de las reivindicaciones más repetidas por los adeptos al nuevo Gobierno de Mariano Rajoy no es otra que el nombramiento de un nuevo presidente, ideológicamente afín, de la Corporación RTVE. Pese a no haber dado todavía este paso, debido a la compleja legislación aprobada en 2006 precisamente para evitar el maniqueísmo del ente público, el PP se ha apresurado a hacer ciertos cambios. Ayer conocíamos la designación de José Antonio Vera como nuevo presidente de la Agencia EFE. Hasta este momento, Vera ocupaba un alto cargo en el diario La Razón, de marcada tendencia (ultra)derechista, habiendo demostrado con creces su fidelidad al nuevo Presidente del Gobierno. También es conocido el sesgo de cadenas autonómicas como Telemadrid, Canal 9 o Televisión de Castilla-La Mancha. A los pocos días de su nombramiento, María Dolores de Cospedal puso al frente de esta última a Ignacio Villa, famoso polemista de la derecha mediática española.

Esta tendencia a amordazar los medios de comunicación en favor de una causa política no puede sino calificarse como antidemocrática. La pluralidad informativa es requisito indispensable para hacer efectiva la libertad de información, derecho fundamental recogido en la Constitución vigente. El Gobierno de turno debería permanecer al margen del trabajo periodístico desarrollado por los profesionales de los medios públicos. La participación del Estado en la financiación de RTVE o EFE no conlleva el derecho a la manipulación de los contenidos por parte de los efímeros gestores elegidos por el pueblo. La labor de los periodistas debe permanecer independiente a las presiones del poder. Sólo así los ciudadanos pueden estar seguros de que la información que reciben no peca de tergiversación partidista. La solución no pasa, sin embargo, por la privatización. De sobra es conocida la tendencia de los medios de comunicación privados al amarillismo. Cuando prima la obtención de beneficio económico, la calidad de la información es descuidad en pos de engordar las cifras de audiencia. Se llenan así los informativos de noticias banales, convirtiendo las noticias en una mezcla de vídeos de Youtube y prensa del corazón. Es por ello que los medios públicos son necesarios -por permanecer al margen del mero criterio economicista-.

Tristemente, en España no parecer caber término medio. Titularidad pública parece sinónimo de derecho a la manipulación. Bien lo han demostrado los Gobiernos que hasta ahora hemos sufrido. Tanto Felipe Gonzáles como Aznar hicieron de la televisión pública un altavoz de sus intereses. Especialmente flagrante fue el paso de Alfredo Urdaci por TVE. No obstante, la ley 17/2006 reformó la estructura de RTVE convirtiendo al ente público en una corporación. Con el fin de acabar con el maniqueísmo, la ley establece el control parlamentario de los informativos y la elección por mayoría cualificada de sus directivos. Y parece que funciona: en 2009 los informativos de TVE fueron nombrados los mejores del mundo, por delante de prestigiosas cadenas como la BBC o la CNN. Sin embargo, estos hechos no parecen persuadir al nuevo Gobierno. Constantes han sido los rumores sobre los nuevos mandatarios de la cadena pública. Nombres como Eduardo Zaplana –ex Ministro de Aznar- o Paco Marhuenda –actual director de La Razón- han salido a la palestra como posibles presidente y director de informativos, respectivamente.

Lo cierto es que los Gobiernos de turno en España deberían dejar de concebir los medios de comunicación públicos como máquinas al servicio de su propaganda ideológica. Garantizar la independencia de los periodistas es cuestión principal en una democracia real. Muy acostumbrados estamos a escuchar quejas sobre las “repúblicas bananeras” de Latinoamérica. A nuestros políticos se les llena la boca menospreciando la calidad democrática de países como Venezuela, Ecuador o Argentina. No parecen, sin embargo, fijarse en la biga que inunda el ojo propio. ¿Será que para el resto del mundo España es un “reino bananero”?


@jaimegsb

viernes, 2 de marzo de 2012

La reforma laboral y la Edad Media

Aquí una interesante reflexión sobre la reforma laboral de Iñigo Errejón en La Tuerka, el debate de Tele K. A propósito de la campaña de desprestigio hacia los sindicatos, Errejón pone de manifiesto la importancia de la negociación colectiva en las relaciones laborales y los derechos de los trabajadores. "Si eso se elimina no vamos hacia una cosa muy moderna, vamos hacia una cosa de un tiempo atrás, que se llama la Edad Media".



@jaimegsb

jueves, 1 de marzo de 2012

Día de estreno

Hoy en Crítica Krónica estamos de enhorabuena. Estrenamos un nuevo diseño ideado por Robin Drelangue (@tartine_culture). Hemos cambiado la cabecera, la imagen de fondo, la gama de colores y hasta nuestro lema. Lo que no cambian son las ganas de seguir creando contenidos interesantes para vosotros, los lectores. Esperamos que os guste la nueva Crítica Krónica.

¡Merci Robin!

Os dejamos con la cita que inspira el nuevo lema del blog:

“Cuando creíamos tener todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”, Mario Benedetti.



@jaimegsb