lunes, 22 de marzo de 2010

Un texto para reflexionar

Aquí recojo un texto muy interesante que me emociona cada vez que lo leo:


Desde que la autoridad puso su aguijón en el cerebro humano, despertó la guerra social. Desde que hay esclavos del orden, hay quienes lo combaten. ¿Acaso el amargo sabor de esta vida que nos imponen no merece la guerra? El hambre, la explotación, la discriminación y la marginación ¿no merecen la guerra? El poder que tortura y somete a todo ser viviente en cada rincón de esta tierra para prolongar su bienestar y despotismo, ¿no merece la guerra? Esta guerra, la nuestra, es en contra de la civilización que despojó a los pueblos de sus tierras y su historia, que esclavizó, asesinó y martirizó en nombre de Dios y su maldito dinero; contra quienes se repartieron el mundo con nosotras dentro, creando fronteras, cercando selvas y montañas, apropiándose de ríos y mares hasta llegar a los cielos que también tienen dueño; contra el maldito reloj, que nos condena a repetir tortuosamente cada minuto en estas gigantescas prisiones que llamamos ciudades, sentenciándonos a trabajar para consumir su tecnología innecesaria. Guerra contra la culpa, las rejas y todo sistema carcelario que termina con la dignidad y la vida. Guerra a este Estado de control, que con los traidores militarizados nos sumergen en la cultura del terror. A los que apoyan y sustentan toda esta farsa. Al patriarcado, al hombre y su ley basado en la inteligencia manipulada. Guerra a nosotras mismas, que es la más difícil.

En todo momento, en todo lugar esto es lo que nos tocó vivir, este suplicio que nos atormenta. La pregunta, simplemente ¿por qué? Esta es la rabia que masticamos, la impotencia, que nos cierra el puño y nos hace desobedecer. La sublevación al orden establecido es la guerra de la que hablamos. Generando revueltas a lo cotidiano, conspirando para la insurrección, atacando y desapareciendo, así estaremos, siempre anónimos, soñando y luchando por la libertad. Porque mientras perdure el poder y la autoridad, habrá quienes resistan y combatan su existencia.

El tiempo corre muy rápido, el mundo gira al ritmo del hombre, el dinero y su ley lo rige todo y la dignidad se pierde como trozos de papel. Estamos envenenados por la codicia, enfermos de consumo y de televisión, encerradas en pequeños mundos, viviendo en esta realidad perfectamente creada. Crimen y castigo se respira y así somos criadas y educadas y esclavizadas y torturadas por las rutinas. Trabaja produce, consume y muere. TRABAJA PRODUCE, CONSUME Y MUERE.

Fuimos mutilados del amor, la historia, la consciencia y la iluminación con pequeños placeres impuestos que sólo marcan sonrisas de momentos y así hoy despertamos en esta cárcel mal llamada vida, abrimos los ojos y sentimos que somos dueños de nuestros pasos, del camino que nos hacemos, desobedecemos, cuestionamos, crecemos, nos quitamos su maldita cultura, nos reeducamos, nos empezamos a mirar a los ojos y hacernos sinceros entre nosotros y nosotras.

¿Seremos capaces de usar los espejos con un sentido crítico? ¿Seremos capaces de mirarnos a los ojos y decirnos nuestras verdades y terminar con tanta hipocresía? Dejar de mentirnos a nosotros mismos es el paso más difícil de todos, hacernos cargo de nuestras vidas y de lo que queremos hacer con ella. Ahí empieza la revolución, el cambio, el paso a paso con lo que nos rodea, demostrando lo que somos, cómo somos y hacia donde vamos. Hablando con el corazón sin esperar nada a cambio. Sólo ser vos misma, como tú te has creado. Un ser consciente, coherente y consecuente con vos misma y con tu idea. Porque el capitalismo te da oportunidades en la vida, pero la anarquía te da la vida misma. Por eso hoy sólo decimos que somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Protesta y sobrevive con amor y rabia.

lunes, 15 de marzo de 2010

El declive de la universidad pública


Con el paso de los años cada vez es más palpable la crisis que envuelve a los centros de educación superior dependientes de la Administración Pública. Mi experiencia personal -cuatro años acudiendo cada día a la Universidad Complutense de Madrid- no puede sino reflejar este triste hecho.

La educación pública, pilar fundamental del cada vez más desmantelado Estado del Bienenstar, sufre constantes ataques del huracán neoliberal que asola el mundo globalizado. El proceso que iniciaran Reagan y Tatcher en los años 80 goza de continuidad hasta en tiempos de crisis como en el que ahora nos hallamos. La expansión de la lógica capitalista a todos los ámbitos de la vida cotidiana parece no tener fin. Primero fueron los medios de comunicación, gracias a la liberalización del sector llevada a cabo por el mencionado presidente estadounidense, que permitió la aparición de megamagnates como Rupert Murdoch que facilitan la inacción de la ciudadanía, adormeciéndola entre finales de Champions League y amoríos de la farándula. Tras los medios de comunicación la lógica del mercado envolvió otros sectores que nunca habían estado sujetos a la tiranía del beneficio. Hasta que le llegó el turno a la educación. El ejemplo más cercano que tenemos es la entrada en vigor del Espacio Europeo de Educación Superior, también conocido como Plan Bolonia. Su puesta en marcha ha supuesto la libre entrada de capital privado en la universidad pública, o lo que es lo mismo, la supeditación del conocimiento a las inquebrantables normas del mercado. Entre las consecuencias que este hecho depara destaca sin lugar a dudas la desaparición de carreras que no resultan rentables. Así, estudios como la filosofía, básicos para el desarrollo intelectual de la sociedad, se diluyen poco a poco debido a la ausencia de rédito económico que conllevan. Cierto es que la mercantilización de la universidad trae consigo algunos elementos positivos como la modernización de los equipos o la mejora de las instalaciones, pero estos factores no son sino consecuencia de la inyección económica que las empresas privadas ofrecen a la universidad. Una generosa financiación pública traería consigo estas mismas ventajas, sin obligar a los centros de enseñanza pública a bailar al son de Díaz Ferrán y compañía.

El declive de la universidad pública es más palpable allá donde la gestión recae sobre manos neoliberales. El ejemplo de Madrid es perfecto para definir esta situación. Las políticas del Gobierno autonómico, liderado por Esperanza Aguirre, asfixian cada vez más al ente educativo público, beneficiando a su vez a aquellos de carácter privado. El recorte de fondos ha conllevado rebaja de salarios, deterioro de edificios o no renovación de materiales. De esta forma, un estudiante de Periodismo en la UCM se debe contentar utilizando los mismos equipos audiovisuales que los reporteros de Vietnam. Aunque éstos sufrían menos riesgo enfrentándose a los Vietcong que los tobillos de un estudiante de la UPM haciendo frente a los agujeros de los campos de fútbol de la Facultad de Caminos.

Jaime

Viñeta: Forges